Voy con más energía que el día anterior, y cada vez un poco más justa de tiempo a clase...
Me cuesta memorizar la rapidez de los pasos.
Giro, salto, un, dos, plié, pas de vals, y tres, cuatro. Me vuelvo loca!! Soy feliz.
Siento más soltura y la guapa de mi profesora está pendiente de que sólo me ocupe de las piernas para perfeccionar los pasos.
Hablan de una función de la escuela en junio!! tengo que ponerme al día.
Lo bueno de ir a clases de adultos es que quien va es porque le encanta.
Lo malo... que las obligaciones de cada persona están por desgracia delante de nuestra pasión, por lo que casi nunca coincidimos el mismo grupo en las clases. Un día somos seis, otro tres. Pero yo sigo siendo feliz ^^
Me calzo mis zapatillas blancas (nunca había tenido unas blancas!!!! estoy súper contenta) y empiezo a ejercitarme mirando por primera vez mi reflejo en el espejo. Cuántos años desde esa sensación, alucino.
Veo a la misma niña de antes pero más rubia y bastante menos ágil. Pero me encanta la imagen, me encanto.
Tengo mucho trabajo que hacer.

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